La vida sigue, la vida cambia, la vida te enseña

Hace casi dos años que escribí mi último post. La verdad es que lo leo y me emociono, surge de mi interior un agradecimiento tan grande que no deja espacio para preocuparse por las pequeñeces del día a día. La vida me ha dado tiempo para seguir mi camino, sea cual sea el trayecto, sepa disfrutarlo o no, y eso es el mayor regalo que un ser puede tener, tiempo para intentar ser feliz, para aceptar, para amar.  Mi vida diríamos que es la misma pero la que es diferente, soy yo. Todo lo acontecido me ha dado unas gafas con una graduación con la que poder fijarme en todas esas cosas bonitas que nos suceden a diario y que por ir deprisa muchas veces no vemos. El color del cielo y el movimiento de las nubes cambiantes que cuentan historias; el nacimiento de una flor con sus pétalos aterciopelados de diferentes colores; la brisa fresca en la cara junto al vaivén del mar; el olor a tierra mojada, a césped; observar algunos de los "animalitos" urbanos que nos acompañan en nuestro quehacer (hay un submundo muy interesante y curioso, todas las especies tienen derecho a existir y tienen su función); el darte un baño humeante y acariciar tu cuerpo desnudo descubriendo formas de las cuales no eras consciente; mirarte en el espejo y reconocerte o puede que hasta descubrirte, etc. Para poder ver la belleza exterior creo que es importante descubrir nuestra propia belleza. No se trata de ser narcisista y quedarse embelesado con nuestra propia imagen, sino el intentar ir más allá, empezar a mirar de verdad, tirando los muros o acabando con las cosas que nos nos dejan ver y para ello, hay que mirarse, traspasar el espejo y tocar nuestra alma. Si algún dia alcanzamos ese estado, nos daremos cuenta de que las almas, la esencia, la energía de todas las cosas (como quieras llamarlo) están unidas y por ello, nunca estamos solos, formamos parte de un sistema, de un todo.
En la situación actual, en alerta mundial por un virus, en concreto el Covid-19, esa sensación de sistema se ha acusado muchísimo. Creo que la mayoría sentimos la enorme interdependencia que hay entre los diferentes elementos que forman nuestra sociedad, somos más conscientes de las cosas que son realmente importantes y también podemos observar desde fuera, desde la pausa, las cosas que tendrían que mejorar o cambiar. De toda circunstancia salen cosas buenas, un momento de crisis siempre trae consigo ideas y cambios maravillosos. Desde hacia unos meses se estaba cociendo en el ambiente una sensación de autodestrucción. Multitud de noticias relacionadas con desastres medioambientales, desigualdad social, conflictos políticos, en general, una sensación de malestar global tanto de la especie humana como del propio planeta que gritaba, basta. Y tuvo que llegar un virus para paralizar la actividad del hombre, un "bichito" que ha puesto en duda todas las estructuras del sistema mundial.
La propia naturaleza nos ha echado un pulso. Creo que es momento de ser humildes y rendirnos ante la evidencia de que sin un equilibrio, sin desacelerar no podremos sobrevivir. Debemos amar y respetar nuestro ecosistema, sin olvidar de que nosotros somos parte del mismo y las acciones desmesuradas y llenas de egoísmo que se han estado llevando a cabo, repercuten gravemente a su subsistencia y con ella, la nuestra. Hoy me asome al balcón de mi casa y cogí aire profundo y tuve la sensación que el aire que entraba en mí era limpio, renovado. Me emociona y a la vez me entristece, el ser consciente de que en ambos casos existen sacrificios. Para mantener un sistema capitalista desigual y corrupto, sacrificamos la naturaleza, ponemos en peligro el planeta Tierra, para que la naturaleza pueda renovarse y tomar el espacio que le pertenece, se han sacrificado muchas vidas humanas, ¿pero de verdad no existe otra opción, otra manera de coexistir?. Este es el momento para intentarlo.

Conchi Gil

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