ENTREVISTA Una historia de vida: Vanessa Fornieles, la alegría de la superación

A Vanessa la conocí en un contexto bonito de ayuda a los demás. Ambas, colaboramos en una entidad sin ánimo de lucro que ofrece un servicio de apoyo a personas en exclusión social. En esos momentos, Vanessa era una estupenda compañera siempre dispuesta a echar una mano. En la actualidad, es una gran amiga, persona importante en mi vida y de gran ayuda en el momento de vivir mi diagnóstico. 
Al conocerla, jamás hubiera dicho que esa muchacha sonriente colega de todos, tenía detrás una difícil historia de la cual, salió fortalecida, siendo la persona que hoy es, una mujer maravillosa, alegre y vital.
Conchi Gil y Vanessa Fornieles
Le diagnosticaron un cáncer de mama a los 25 años que la hizo pasar por operación, quimio y radioterapia. Cuatro años después la volvieron a diagnosticar del otro pecho, repitiendo el proceso de forma más intensa. De esto hace casi 10 años y ahora se encuentra SANA y lo más importante, FELIZ.
Quiero agradecer la gran apertura y confianza que muestra, y por compartir ese nivel de consciencia y de trabajo personal que se refleja en toda su historia. 

Para comenzar la entrevista, me podrías explicar… ¿Cuál era la vida de la Vanessa antes de que la diagnosticaran? 
Ufff, yo he cambiado mucho, mucho. La gente que me conoce desde pequeña ha sido testigo, a algunos les ha gustado el cambio, pero también, a otros, les ha costado y hay quien no lo lleva tan bien. Porque me he vuelto bastante radical en algunas cosas, ya no pierdo el tiempo en tonterías.
Y antes sí lo perdías… 
Antes si, antes priorizaba a los demás antes que yo. 
Pon un ejemplo… 
Pues en vez de pensar en mi felicidad, pensaba siempre en la de los demás, yo era la última. Prefería, pasar un momento mal o hacer algo que no me apetecía y ahora ya no. Si hay algo que no me gusta no lo hago, hay excepciones, claro. No lo hago por quedar bien, no lo hago por hacer feliz al otro, no lo hago porque yo no me siento bien y luego mi cuerpo se resiente. 
Entonces dirías que ese sería uno de los aprendizajes derivados del proceso de cáncer… 
¡Y tanto! Muchísimo, pero me hicieron falta dos veces... En la primera no acabé de aprender todo lo que tenía que aprender. 
¿Cómo se inició el tema del diagnóstico?
Para mí fue de golpe, no me lo esperaba. Aunque fue un aprendizaje muy importante, necesité una segunda para darme cuenta, tropecé dos veces con la misma piedra… 
Te tengo que explicar todo mi antecedente para que se entienda cómo fue... 
Soy feliz, y he sido feliz de pequeña, pero... no he sido completamente feliz. Desde muy pequeña comencé a llevar gafas de culo botella y me marcó un poquito, los niños se metían conmigo, mi madre era la típica que me decía al hacerme una foto “Nena quítate las gafas que estás muy fea”, cosas típicas que dicen las madres pero que parecen tonterías pero la autoestima te baja. Yo aún lo tengo ahí un poquito, aunque ahora lo recuerdo con gracia, realmente me marcó. Luego, cuando me hice más mayor, entre 5 y 7 años, estaba en un parque donde había un columpio de esos para subirse, yo siempre he sido un poco patosa, me subí y parece que no me cogí bien y resbalé, y me pegué una santa hostia...  Ese día no pasó nada, pero al día siguiente tenía un moratón en la cara muy exagerado y me llevaron de urgencias. Allí vieron que eso no era normal, me empezaron  a hacer pruebas de sangre y determinaron que tenía la enfermedad de von Willebrand, un problema con la coagulación. A partir de ahí, análisis constantes y a mis padres les dijeron “Uy, sobre todo que no se pegue golpes, que no se haga daño que se puede desangrar”... así que me pusieron una plaquita, como los perros…
¿Te sentiste  como un perro…?
A ver no, no me sentía como un perro, pero sí algo rarita. Mi madre tenía que llevar un papel siempre encima conforme tenía esta enfermedad, era bestial…
Esta situación te hacía sentirte diferente a los demás…
Sí, pero eso no fue todo, es la punta del iceberg, a partir de ahí, claro, en mi casa, que ya son pesimistas de nacimiento, donde de lo malo, siempre piensan lo peor. ¿Pues qué pasó?, que me metieron en una burbuja. Tenía a mis padres, mis abuelos y mi bisabuela pendientes, tenía 10 ojos constantemente vigilándome. Eso, generó dentro de mí una impotencia, una rabia…
¿Conseguías revelarte contra eso?
Sí, me revelaba pero ellos tenían las de ganar. Bueno, gracias a eso, conseguí ser muy luchadora y salió de ahí mi carácter. 

Escuchando estas afirmaciones de Vanessa, aprovecho para dar mi opinión vista la tendencia hoy en día a sobreproteger a los niños. Creo que es importante el verlos como un individuo que se merece el vivir sus propias experiencias e impedir ciertas vivencias no les ayuda, muy al contrario, les genera inseguridades y falta de recursos personales para empoderarse en su propia vida de adultos. Los niños merecen todo el amor de sus padres pero el exceso de protección los deja indefensos ante la vida, dejemos que se caigan y se levanten por sí mismos, tendrán suficiente al saber que estamos ahí, a su lado. Enseñémosles, no lo hagamos nosotros. Amar no es asumir lo del otro, sino enseñar, acompañar y aceptar. 

¿Cómo fue tu adolescencia? 
Mi adolescencia fue terrible, la recuerdo fatal, en ocasiones he comentado esto con mi marido y mi familia. Me acuerdo cuando íbamos al camping en el coche como iba todo el camino con mis cascos llorando mientras pensaba en cosas como… "que me iba a quedar ciega, que podíamos tener un accidente", todo negativo, una bola de mierda que tenía ahí dentro que no veas... De esto, me he dado cuenta con el tiempo, y como me marcó pero también como me ayudó a formar el carácter, que he tenido y me ha ayudado mucho a combatir la enfermedad. Yo creo que fue el proceso que tenía que vivir. A los 15 años conocí a Óscar, mi marido, una persona todo lo contrario a nosotros, super positiva y él me ha ayudado mucho. Yo era super negativa, como me habían enseñado mis padres y comencé a salir con Óscar y partir de ahí, comencé a pensar de manera diferente. Yo ahora soy una persona que no tiene nada que ver con la anterior, antes era pesimista y ahora soy super positiva, soy realista también y eso ayuda mucho. 
¿Cómo siguieron los acontecimientos?
Un año antes del primer diagnóstico a los 25 años, me casé y el año anterior estuve todo ese año preocupada por mi abuelo, que estaba delicado de los pulmones.  Mi mayor prioridad o preocupación era que mi abuelo no se muriera antes de la boda. Él no estaba enfermo pero yo tenía una sensación... Inconscientemente lo pensaba, pues lo quería mucho, era como un padre para mí. Tenía esa preocupación todos esos meses, y entre el estrés de la boda y el trabajo... Trabajaba de peluquera y trabajaba muchas horas… Con todo eso, pasé muchos nervios. Llega el día de la boda, todo va bien, todo muy bonito, todo perfecto. Julio, me voy de vacaciones. Septiembre, comienzo a trabajar. Mi abuelo sigue bien, tenía aún la preocupación pero ya no era tan intensa.  ¿Pero qué pasó?...que me comencé a estresar con la limpieza de la casa. 
Así que te tenías que estresar por cualquier cosa… 
Sí, eso parece... Cogí una obsesión por limpiar, cuando el piso era nuevo y no estábamos en todo el día. Estaba fatal…Por otro lado, decidí que no quería seguir de peluquera y dedicarme a trabajos administrativos. No porque no me gustara, me encanta, pero los horarios y condiciones no me gustaban. Así que hablé con mi jefa y me prepararon los papeles del paro. Dentro de este contexto, me sale un bulto en el pecho. Anteriormente había tenido otro y no fué nada, era de grasa. Tengo el pecho fibroquístico y por lo visto es habitual. Pues a los 25 años, en medio del proceso de preparar el paro, me sale el otro. Y pensé “mira otro igual”. Me fuí a la mutua y me hicieron el protocolo, ecografía y punción, lo que se hacía habitualmente. Recuerdo que el día que tenía que recoger las pruebas había ido también a recoger las fotos de la boda. Me acordaré toda mi vida, iba con todas mis fotos y un póster gigante que nos habían regalado, tan tranquila a buscar los resultados. Cuando los tuve, la curiosidad te puede, abrí el sobre, lo miré, lo leí y dije… ”Esto no puede ser” Ponía que tenía células malignas, pensé… ”esto es muy gordo”... Estaba yo sola, en ningún momento me había planteado que me pudiera pasar a mí, no sabía ni siquiera qué era eso del cáncer a mis 25 años, recién casada... Me quedé en shock. Sufría por como se lo diría a mis padres y a mi marido, no me preocupaba qué me pudiera pasar a mí, sino… ”Cómo se lo digo”. Cogí la moto llorando todo el camino y me fuí a casa y seguí llorando. Cuando reaccioné me fuí a casa de mis padres y se lo dije y después a mi marido. Por la tarde fuí al médico y estaba alucinado, no se lo creía y estuvo revisando las pruebas. Tras confirmarlo, me explicó el protocolo a seguir y como es habitual, me dijo que hasta que no estuviera dentro de quirófano no sabría si me quitaría el pecho o no. Todo fué muy rápido, al día siguiente pruebas preoperatorias y en 3 dias me operan. Me operaron el 20 de diciembre en plena navidad. Todo fue muy bien pues el tumor estaba localizado con lo que solo me quitaron la parte afectada y los ganglios de la mama derecha. Estaba contenta y aunque mis padres no querían hacer nada, yo sí que quise, iba a todas partes con los drenajes, la mar de chula, estaba yo más animada que ellos. 
Estabas tranquila en ese momento, cuando te operaron… 
Estaba acojonada…. Lo que sí recuerdo fue el momento al despertar de la anestesia, puse corriendo las manos en mi pecho para ver si me habían quitado la teta o no... Suspiré al ver que seguía ahí.  
Uno de los peores tragos que pasa una persona diagnosticada es la incertidumbre de qué pasará en quirófano ante este tipo de operaciones que no sabes con certeza qué es lo que van a encontrar, ni las consecuencias de la cirugía. 
Y tu pareja ¿cómo llevó el proceso? 
Óscar es una persona que es muy abierto con la gente pero en tema sentimientos se lo guarda todo, fue bastante complicado, porque mis amigos me decían “por más que queremos que hable, no hay manera... se encierra en él mismo”. Claro, yo no lo podía ayudar, bastante tenía yo, que estaba englobada, era como si no fuera conmigo, estaba como en un sueño... 
¿Cómo siguió el proceso? 
Pasaron las navidades, todo iba bien... y nada… casi no podía mover el brazo debido a la cicatriz de la axila y no me dieron fisioterapia. Me dijeron a partir de ahora para mover el brazo te dibujas una raya en la pared y cada día vas caminando con los dedos de la mano hacia arriba.  
Me sorprende que yendo de pago como ibas no tuvieras servicio de fisioterapia… 
En esa época no, hace 14 años no habían los servicios que hay ahora. En cuestión de poco tiempo las cosas han cambiado muchísimo.Mi cirujano me aconsejo que me traspasara de la mutua al Hospital de Sant Pablo.  Me tocó una oncóloga que era un hueso, nada humana, buena doctora pero un hueso. El pronóstico estaba muy bien, el tumor estaba muy localizado y no había metástasis en ningún ganglio pero por prevención al ser tan joven siguieron protocolo de 6 sesiones de quimio y 30 y pico de radio.  En el momento de comenzar la quimio, le pregunté qué efectos iba a tener y si si se me iba a caer el pelo, y la tía de su madre me dice… ”de hoy para mañana”... Me entró un trauma que para que... ”pero qué me estás diciendo…¿que hoy tengo pelo y mañana voy a estar calva?” 
Así que lo del pelo te afectó mucho…
En ese momento sí... Yo no sabía ni de lo que me estaban hablando... No entendí que me dijera que se me caería de un día para otro... Mentira, tardó como 15 días... Cuando se me empezó a caer mucho, cogí la máquina y me rapé. Me compŕe una peluca la mar de chula, sintética, con un pelazo que te cagas... y nada, me puse la peluca. 
¿Seguías trabajando  mientras hacías tratamiento?
La primera vez no trabajaba porque estaba en paro. Pasé todo el proceso sin trabajar pero me apunté a un curso de administrativa. 
Y te veías con energía… 
Al principio me costó un poco, pero lo pude ir haciendo, sé que me perdí cosas porque mi capacidad de concentración no era la misma y mi capacidad de retención tampoco, pero lo hice y me fue muy bien, me distraje mucho.
Bueno, así pasamos la quimio, cuando me tenían que pinchar era lo peor…
Porque a ti no te pusieron ni porth-a-cath ni el picc… 
A mi nada y si había algo, no me informaron... y me dejaron las venas hechas una mierda, las tengo llenas de callos... Cada vez que me tenían que poner la vía era un drama, en esa época era muy diferente.
¿Cómo llevabas el tema estético? 
Pues yo no me miraba en el espejo. Me miraba pero no me miraba, sabes eso que te pones delante del espejo y no te miras. Me miraba pero no me miraba con detalle. El tema de la cicatriz lo llevé muy bien, no me costó aceptar. Sí que me afectó en las relaciones con mi marido, no solo por los efectos de la quimio, sino porque físicamente no me veía bien. En esos momentos, no tenía ganas de nada, solo quería estar con mis cosas. Sobretodo, los primeros meses, estaba muy incómoda. Tenía ganas de hacer cosas pero no cosas íntimas. Yo me veía la más horrible del mundo, Óscar no lo veía así, siempre ha sido muy cariñoso. La primera vez de intimidad me costó mucho, el mostrarme. Luego, ya está. Por suerte mi marido me apoyó mucho en todo el proceso y fue muy comprensivo.

Aquí muestra la individualidad de cada mujer. En mi caso, un día recien llegada del hospital cogí y me desnudé, fue un paso, pues me había quedado muy flaca, muy poca cosa y tenía una enorme cicatriz en todo mi abdomen. Me planté delante del espejo y me miré. Fue un shock pues no acababa de reconocer a esa mujer que tenía ahí delante. Pero fue algo muy especial, aún así, me sentí como la más bonita y me hice una promesa, que jamás me dejaría de querer, porque yo no solo era eso, sino muchas más cosas. Sentí que nunca me había mirado de esa manera, y que como explica Vanessa, llevaba un tiempo huyendo de mirar a la verdadera Conchi.  
Óscar y Vanessa

Ya que hemos retomado el tema de la pareja, me gustaría me contaras ¿Cómo lo llevasteis vosotros? 
El tratamiento es un tema complicado tanto emocional como físico, y si tú no sabes cómo llevarlo, para la persona que tienes al lado, es difícil. Tú estás en constante cambio, y eso, o te refuerza o te separa. En nuestro caso, nos reforzó muchísimo. Recuerdo que antes del diagnóstico los dos éramos bastante celosos el uno del otro, por miedo a perder a esa persona. Comenzamos la relación muy jóvenes a los 15 años y teníamos celos y eso, a raíz del proceso, desapareció. Supongo que priorizamos otras cosas, todo eso te reafirma la relación y las tonterías que teníamos de los celos se acabaron. Imagino que nos dimos cuenta que si estábamos juntos con todo eso, ya no nos íbamos a separar, que estábamos bien y realmente nos queríamos. 
Tras el tratamiento, una vez finalizada esa etapa ¿cómo lo llevaste?
Cuando terminé el tratamiento, comencé a hacer prácticas del curso y enseguida me puse a trabajar, vida normal.Los que más me han apoyado en todo el proceso fueron siempre mi familia y mi marido, los amigos estaban ahí, pero no de la manera que yo necesitaba. En el proceso ves quien realmente está y quién no, y yo la verdad, lo he tenido pero no como los he necesitado. Es complicado, yo soy de una manera y ellos de otra. Les agradezco mucho todo lo que han hecho pero hubieron momentos que los eché a faltar. Hubieron momentos en los que hubiera necesitado una persona con la que hablar del tema y sentirme comprendida. Quizás es que yo no tuve a nadie con quien hablar del tema y que hubiera pasado antes por lo mismo que yo. Con el tiempo me he dado cuenta que es muy necesario, mis amigos no sabían como gestionar este momento. El verano para mí fue duro, comencé a ir a la playa y no tenía pelo. El camping donde solía veranear, es como un pueblo, todo el mundo sabía qué me pasaba y me pegaba unos berrinches cuando tenía que ir a la playa... Para mí eso fue difícil, porque no lo podía disimular. Además, estaba toda hinchada por la cortisona que me habían dado con el tratamiento. Y no me sentía muy a gusto conmigo misma. Pero también es verdad que le puse un par y el primer día que fuí a la playa, me quité el pañuelo, me quité la parte de arriba, me metí en el agua y hala, se acabó. La gente primero me miraba pero luego se acostumbraron. Y ya se me quitaron las tonterías. Es que pensaba, “¿qué hago? ¿me quedo sin ir a la playa?”... pues le eché valor y quise seguir con la misma vida que tenía antes. En ese primer periodo tras el tratamiento, tenía revisiones cada 6 meses y era un acojono constante, mucho miedo de volver a enfermar, aunque debido a la desinformación, uno de los miedos más grandes por los que pasé durante todo el proceso era “Si podía volver a ser como antes”, no a nivel emocional, porque ya sabía que no, pero a nivel físico no sabía si podía hacer vida normal. Por suerte, y porque he sido muy cabezona, me apunté al gimnasio. Nunca había ido a uno, y fue uno de los cambios que introduje al día a día. Como ya había empezado a trabajar, iba a primera hora de la mañana, y fui capaz de madrugar e ir a hacer piscina. Fue un esfuerzo grande pues me gusta dormir pero mi cuerpo me lo agradeció. Gané mucha más flexibilidad en el brazo, mi cuerpo se sentía mejor y eliminaba más toxinas. Con el tiempo, al cabo de un año comencé a hacer otro tipo de ejercicio que no fuera sólo piscina.  Lo único que eché de menos era el no haber hecho fisioterapia y a alguien con quien hablar del tema. Que me pudieran decir, “oye, tranquila que esto es normal, haz esto, mejor haz lo otro”. En mi entorno no había nadie que lo hubiera pasado. 
Entonces, todo iba bien hasta… 
Pues que volví a obsesionarme con otro tema. Me casé con la idea de, bueno, lo que me habían enseñado “te casas y formas una familia”. Pensé 25 años, me caso y en un par de años tengo hijos. En ese momento era lo que yo quería, porque era lo que me habían enseñado. No pensaba que había nada más. Con el tema de los tratamientos te tienes que esperar unos años, afecta a tu fertilidad y en los primeros años tienes más riesgo de recaída y como pensaban que mi cáncer era hormonal me pusieron un diu para evitarlo. Empezó a pasar el tiempo, y en mi entorno los amigos se casaron y comenzaron a tener hijos y yo eso lo llevé muy mal. Para mí era doloroso porque en ese momento yo no podía tener. Tenía una proyección de mi vida y no podía tener lo que quería. Aunque daba gracias por estar bien y valoraba mucho más las cosas, tenía un vacío, yo quería ser madre y los médicos no me dejaban. Me dolía tanto, que no podía ver a mis amigos con su bebé. En esta situación, me planteé que cuando hiciera 4 años les diría a los médicos que quería ser madre. Dicho y hecho. Hablé con mi marido, hablé con los médicos y me dieron carta blanca. Incluso me hicieron unas pruebas que me miraron de arriba a abajo para descartar que tuviera nada, y todo bien. Era tal la obsesión que tenía con ese tema que cada vez que me venía la regla era un drama. Enseguida, comencé con mi pareja a hacernos pruebas de fertilidad y todo estaba bien. Y no me quedaba... Por el estrés o porque no tenía que ser. Dentro de este proceso, me sale otro bulto en la mama izquierda. Y mi cabeza pensó, esto no es nada, la próxima regla se me habrá ido, pero cada vez se hacía más grande. Una noche mi intuición desde un sueño me dijo “vete al médico ya” y al día siguiente me fuí de urgencias, entré de nuevo en pruebas.En esa época, ya iba al consejo genético donde me estaban estudiando el historial familiar, por ahí me enteré que todas las primas de mi padre habían sido operadas de cáncer de mama, y mi abuela murió de cáncer de ovario, entonces nos dijeron que había predisposición genética, en ese momento yo ya tenía el tumor y estaba esperando las pruebas y la misma doctora del consejo genético al comentarle, me exploró y me dijo que efectivamente, parecía que fuera malo y que no pintaba bien. Ahí comenzó de nuevo todo el proceso pero esta vez con metástasis en un ganglio y en la columna, en la L4, lo que me llevó a hacer una quimio más larga y más fuerte y un chorrón de sesiones de radio tanto en el pecho como en la columna. La suerte en mi caso, en la metástasis del hueso es que en vez comérselo, creaba más hueso y no tenía riesgo de ruptura, además de ser muy pequeño.  El primer diagnóstico fue malo, pero el segundo fue mucho peor porque pensé que no me iba a pasar en la vida. El médico que me operó como tenía 25 años se pensó que era hormonal y les dijo a mis padres “mira esto ha sido una lotería, os ha pasado ahora pero no tiene porque volver a pasar” y yo me quedé con eso.  
¿Qué diferencias encontraste de la primera a la segunda vez?
El tema quimio por ejemplo, estaba en el hospital Sant Pau de Barcelona y la primera vez era en el hospital antiguo y la sala donde la daban daba miedo, los sillones eran muy incómodos, el box era una cortina y estabas ahí abandonada. La segunda era en el hospital nuevo y el espacio era muchísimo más bonito y alegre, las enfermeras eran un sol, la primera vez también pero en esta, tenías la sensación de que te cuidaban más, era todo más agradable. La primera vez, estuve un año sin trabajar y aproveché para estudiar y hacer algunas cositas mientras me recuperaba. En la segunda vez, todo el proceso lo pasé trabajando, estaba como administrativa dentro del departamento de rrhh. Prefería ir y sentirme útil que estar todo el día en casa. Así no me acordaba de los dolores, ni le daba vueltas a la cabeza, me ayudó bastante el mantenerme activa. 
Entre todo esto, la primera vez no se me fue la regla, te dicen que te puedes quedar estéril, la segunda sí pero al final del ciclo de la quimio y al terminar me volvio a venir la regla, igual que te comienza a crecer el pelo. Como antes estábamos buscando ser papás, el diu me lo había quitado y seguía sin, y en medio de la radio, me quedé preñada. En medio de todo el proceso. Para mí en ese momento, fue una ayuda muy grande, tuve un berrinche que no veas, pero fue un alivio pues vimos que podríamos ser padres, que no había ningún problema en ninguno de nosotros, y podíamos tener hijos. Este tema yo lo llevaba muy mal y en vez hundirme, me ayudó a echar para adelante. Pensaba “hostia, sí que puedo” y me dio fuerza. Ante los posibles efectos sobre el feto de salir con alguna malformación o enfermedad debido a los tratamientos, fuimos realistas y tomamos la decisión de no tenerlo. Total, que no tuve un aborto natural, sino que me lo tuvieron que provocar. 
¿Y cómo llevaste el tema del aborto? 
Pues lo cierto que lo llevé muy bien, porque sabía que era lo que tenía que hacer. En el primer momento, un llanto que no veas pero a la vez alivio. Me dio fuerzas. El aborto, fue una cosa más, fue parte del proceso de sanación, no me ha marcado especialmente. En ese momento que salía del hospital tras el aborto y fumaba, porque no dejé de fumar en todo el proceso, aunque no fumaba mucho, era un poco de rebeldía, estaba convencida de que el fumar no era la causa de mi enfermedad. Era peor la alimentación que llevaba y mi forma de gestionar mis sentimientos y por eso, seguí fumando. Justo ese día, después del aborto, me fumé el último cigarro y me prometí que me iba a cuidar y mi vida iba a cambiar. Después de la segunda vez, pensé... “a ver, que te ha pasado dos veces ya, ahí hay un problema, aquí hay algo que no estás gestionando bien, has hecho cambios, pero no los suficientes”. Salí de ahí, y dejé de fumar. Comencé a ir a una dietista, le conté mi caso y comencé a tomar complementos vitamínicos para ayudar con el tema de la quimio y me hizo una dieta en relación al cáncer. Y me dijo muchísimas cosas que yo desconocía que no eran buenas para la salud. También fuí al psicólogo por el tema de los niños. En ese momento, tenía un cacao mental importante. Tras lo vivido me dí cuenta que quizás no era lo que yo quería. En el momento que estuve embarazada y decidí no tenerlo, me planteé otras cosas. También al ver a mis amigos llenos de hijos ví lo que suponía el ser madre y pensé “uy, estoy muy bien así”. Y Óscar sacado el tema, quería tener hijos más por mí que por él. Cuando comencé a ir al psicólogo me fue muy bien y de los niños, al final es de lo que menos hablamos. Estuve hablando de muchos procesos que no era consciente, tema mi suegra, que siempre me ha dado muchísimos problemas.  Mi suegra siempre ha sido una persona muy víctima, ella siempre tiene todos los problemas del mundo y tú ninguno, siempre te monta unos pollos increíbles. Y en vez de animarme, me machacaba más y salía peor de lo que había entrado, además se inventaba cosas, es su carácter, no es que lo haga intencionadamente, no sabe vivir de otra manera. Al respecto, la psicóloga me dijo “las personas tóxicas las tienes que sacar de tu vida” y yo pensé, "es que es mi suegra, ¿Qué hago con esto?" y llegué a la determinación de ella o yo, cuando la veía y comenzaba, le cambiaba de tema y al no haber manera, me daba la vuelta y me iba. La dejaba con la palabra en la boca. Al principio me supo muy mal, pero funcionó y me quité un peso increíble. El tema de mis padres, me llevo muy bien pero también me engancho mucho con ellos, y en un principio, sentía que debía ser como me habían educado pero yo no me sentía así, no quería ser así. Yo hacía inconscientemente muchas cosas que veía en ellos y no me gustaban. Como anécdota, me acuerdo que cuando pedí hora en la mutua para ir al psicólogo me mandaron al psiquiatra y lo bueno es que al llegar era un médico con unas rastas largas, muy moderno y flipé, no me imaginaba que pudiera ser así de guay. Lo primero que le dije fue “yo no quiero medicarme”, sino lo que necesitaba era hablar y que me ayudaran a gestionar las cosas de otra manera. Cuando comencé la terapia, iba una vez a la semana y la psicóloga me dio muchas pautas para superar el miedo a recaer y pensar todo lo que me había pasado y me estaba pasando; me enseñó a detener los pensamientos negativos y cambiarlos por positivos; me daba fotocopias de libros para leer, información que yo no conocía y me ayudó muchísimo. Como yo no quería tomar medicamentos me ofreció tomar flores de bach y comencé a tomarlas.Llegó un momento que me subió tanto la autoestima que era yo, yo y yo, había un punto de egoísmo, me fui al otro extremo. En esos momentos necesitaba mi espacio e irme a mi bola sin decir nada y eso tanto mis padres como mi pareja lo llevaban mal. Tuve que hablar con ellos y explicarles que necesitaba un espacio  para pensar y estar sola. Poquito a poco, necesité menos ese espacio, dejé de aislarme de la gente y comencé a compartir más. 
Y ahora, ¿en qué momento de tu vida estás? 
Ahora sigo intentando dedicarme un espacio cada semana porque lo necesito y cuando no puedo hacerlo es que no vamos bien. A veces es dar un paseo, o simplemente, leer un libro en casa tranquila. Por otro lado, me siento muy feliz, creo que eso es muy importante. Del proceso del cáncer casi ni me acuerdo, sólo me acuerdo cuando me toca hacerme las pruebas. A nivel laboral contenta, con mucho trabajo, con un poquito de estrés. En temas de salud ahora mismo, tengo un poco de incertidumbre pues estoy esperando una operación de prevención por el tema genético, tengo una alteración genética llamada BRCA1. Me van a quitar los ovarios y las trompas de falopio con lo cual me voy a enfrentar a mis 39 años, a una menopausia precoz.   
¿Te preocupa?
Más que la intervención me preocupa cómo me sentiré después y las consecuencias que esto pueda llevar, pero ya lo iré viendo. 
Para ir terminando, podrías hacer una síntesis y explicar ¿Cuáles fueron los momentos más duros dentro del proceso y los más positivos?
Tanto en la primera como en la segunda vez, el momento más duro fue comunicárselo a mi familia, el miedo a no saber a qué me enfrentaba, el cambio físico, lo lleve muy mal.Cosas positivas... Me he conocido a mi misma, he aprendido a quererme muchísimo más, aprecio mucho más todo lo que tengo alrededor, lo que consigo y el día a día, lo puedo disfrutar de otra manera, y soy mejor persona.
A una persona que acaban de diagnosticar, ante la incertidumbre en la que se encuentra ¿qué le dirías? 
Cada caso es un mundo, pero siempre que me he encontrado con algún caso cercano, lo que hago es… ”este es mi teléfono, si te apetece o necesitas, vamos a tomar un café y charlamos” porque pienso que la persona diagnosticada tiene muchísimos miedos que nadie le puede resolver, sólo le puede entender una persona que haya pasado por lo mismo, yo no tuve esa suerte, pero es importante. ¿Qué le diría? A parte de ayudarla en todo lo que pueda, “calma, poco a poco, paciencia sobretodo, y quiérete mucho, permítete llorar, permítete todo” Es lo más importante, quererse y no es tan fácil. Yo en el primero me repetía, “porqué yo y porqué yo” y al final me dí cuenta que era una experiencia que debía pasar para hacer el cambio. A veces es la única manera de evolucionar, yo te digo una cosa, lo he pasado muy mal pero no lo cambio. 

Gracias Vanessa




Conchi Gil

Autora de Cáncer experience



Comentarios

  1. Vanesa, mujer fuerte y valiente.
    Una bella historia de lucha, dudas, miedos, decisiones difíciles, cambios, pero también de valentía, evolución, descubrimientos, superación, amor....
    Gracias a Vanesa y a Luisa, Pepita, Lourdes, Anna, Enri, Carmen, Mariona..... y tantas mujeres valientes que a pesar del sufrimiento y del dolor, nos dan lecciones de vida y de valentia.
    Que haría el mundo sin todas nosotras.... !!!!!

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