SANO MOVIMIENTO

Cuando leo todos los post que he ido publicando en este camino hacia la sanación, me siento muy afortunada, muy orgullosa de haber tenido las fuerzas suficientes para exponer mis emociones y vivencias. Como he comentado con anterioridad, ESCRIBIR es una de las cosas que más me han ayudado y que ahora, que lo he retomado con tanta energía y cariño, pienso que me va a acompañar en el resto de mis días. Ya no veo mi vida sin esta compañera sana, la escritura, que me ofrece tanta satisfacción. Cuando mi mente se obnubila, aquí encuentro el equilibrio al conectar con mis emociones.

Ayer, mientras paseaba por la Gran vía camino de Plaza España, me dí cuenta de lo importante que es MANTENERSE ACTIVO EN TODO EL PROCESO.  Pues en este camino,  nuestro cuerpo sufre agresiones de muy diferentes maneras y por ello, es de gran importancia, poner de nuestra parte y facilitarle las cosas.
En la mayoría de diagnósticos de cáncer, antes o después  pasamos por una intervención quirúrgica en la que te remueven vísceras y te extraen otras; algún tipo de tratamiento de quimioterapia que pone a prueba tu sistema inmunológico y si hace falta, una suma de varias sesiones de radioterapia externa y hasta puede que interna (braquiterapia) que te deja por zonas, rígida, inflamada y dolorida. Aunque todo es por recuperar nuestra salud,  es muchísimo tute para un cuerpecito. 
Cuando miro para atrás, parece mentira que hoy esté tan bien. En febrero terminé el tratamiento, en junio salieron bien mis pruebas y tengo vía libre hasta noviembre que repetimos todas las evaluaciones. Cuando permito que mis inseguridades ganen terreno,  paro, miro hacia atrás un segundo y soy consciente de todo el camino realizado y lo estupendamente que estoy ahora.  
Puede que os preguntéis ¿cuál es el objetivo de esta reflexión? ¿A dónde quiero llegar?
La respuesta es sencilla. Estoy convencida de que si hoy estoy tan bien, es porque en todo momento, me he mantenido ACTIVA.
Recién operada en mi cama del hospital había una imagen, una visualización que me daba mucha fuerza. Me veía corriendo, con esa sensación de que tu cuerpo funciona con una exactitud tan perfecta, con esa percepción de ligereza y de estar haciendo algo muy bueno para tu salud. Con anterioridad había corrido bastante y sabía muy bien, cómo quería volver a sentirme. Esa imagen, esa emoción, ese objetivo, me dio mucha fortaleza.
Una vez fuera del hospital, anémica, flaquita, como una muñequita delicada o una flor a la que hay que cuidar con ternura, recuerdo lo que me costaba salir a caminar. Era todo un esfuerzo pero cada día, salía de la mano de mi chico. Daba igual, si daba media vuelta a la manzana, ahí estábamos los dos. Sin prisas pero en movimiento. Era mi momento de conectar con la calle. En esas incursiones a la vida callejera, los colores de los árboles, de todo lo que me rodeaba, se veían brillantes, todo era mejor, lo veía más bonito, más auténtico. Esos minutitos me hacían feliz, pues me mostraban mi fuerza de voluntad y las ganas que tenía de estar bien. Los momentos después de una intervención quirúrgica tras un diagnóstico difícil de asimilar, son muy delicados a nivel psicoemocional.  El miedo,  la tristeza  son emociones que pueden llegar a paralizar y es fácil, el quedarse escondida en la comodidad de tu cama o sofá. Es ahí cuando descubrí, que cada pasito que daba me ayudaba a dejar a atrás mis miedos.  Metro a metro, era testigo de la magia y fortaleza del cuerpo humano, mientras iba superando cada prueba, cada situación nueva.  Día  a día, iba venciendo los obstáculos y conseguía caminar un poco más. Recuerdo el día que conseguimos dar la vuelta a la fira, un recorrido de unos 2 kilómetros. ¡Qué contenta estaba!. Era todo un logro.  Más adelante comencé a subir por Montjuic, muy despacio, sin prisas y siempre acompañada. Que buenas charlas he compartido en mis andares. Cambie el quedar para tomar café, por espacios para caminar y charlar. Aprovechaba las visitas para dar mi paseito. Salir a CAMINAR me dio la energía, la fortaleza que tanto necesitaba. Y aún me la sigue dando. 
Cuando llegó el momento de realizar mis sesiones de radioterapia, me propuse ir cada día andando de casa al clínico y así lo hice la mayoría de las veces. Salía de casa una hora y cuarto antes y me ponía a caminar mientras escuchaba mi música preferida, me sumergía en mis pensamientos o observaba cada rincón por el que pasaba. Descubrí sitios bonitos y locales interesantes, pero lo más importante, es lo bien que me sentaba andar, me daba una vitalidad calmada que siempre agradezco.
Ayer mientras caminaba, me dí cuenta de lo importante que estar ACTIVA. No os voy a engañar, siempre lo he sido e imagino que para quien no lo es, debe ser algo difícil de incorporar.  Pero de verdad, igual que damos pie a otros hábitos menos saludables, como es estar muchas horas sentados, viendo la tele o trabajando con el ordenador, podemos poner un poquito de  nuestra parte y añadir en nuestro día a día, ese movimiento que nuestro cuerpo tanto necesita y agradece.  
En estos procesos nuestros tan largos y tediosos, pienso que necesitamos más que nunca el incorporar la ACTIVIDAD FÍSICA MODERADA como parte importante en la consecución de la sanación o por lo menos, para sobrellevar mucho mejor todo el tratamiento y sus posibles consecuencias. 
Cada caso es un mundo, y por ese motivo, cada cual debe buscar qué es lo que mejor le sienta y hasta dónde puede llegar su cuerpo en cada momento. Mantenerse activo muchas veces no significa apuntarse a un gimnasio, sino el realizar alguna actividad dentro de tu casa. Yo por ejemplo, en pleno proceso de quimioterapia me dió por pintar algunos muebles,  y en el caso de que no pudiera hacerlo todo de una vez, me repartía el trabajo. Este proceso también me ha ayudado a trabajar la paciencia y saber poner límites. 
Con ayuda de mi pareja y mi padre,  aproveché y reorganizamos algunas habitaciones. Intentaba mantener mi casa ordenada y darle un toque diferente (en consonancia de cómo me sentía yo) sin pegarme palizón pero evitando estar todo el día sentada, ya que son muchas las horas que tiene el día.
Cuando comencé la quimioterapia, en el propio Clínico encontré donde apuntarme a practicar yoga. Encontré unas sesiones dirigidas a personas que están en tratamiento y lo cierto, es que me sentó bastante bien. Me ayudó a conocer algunos ejercicios que luego practicaba sola en casa. 
Según mis fuerzas iban en alza y mi cuerpo me pedía un poco más de movimiento, me apunté a hacer HIPOPRESIVOS. Una técnica de fortalecimiento del suelo pélvico/Core muy indicado para las personas que como yo, tenemos una cicatriz bastante grande en el abdomen, y como consecuencia, sufrimos de alguna hernia abdominal, además de ayudar a disminuir los dolores de espalda, que en mi caso, han surgido por la pérdida de masa muscular y efectos inflamatorios del tratamiento.  
Algo más tranquilo y que nos ayuda a liberar tensiones físicas mediante el entrenamiento de la mente, son las MEDITACIONES.  En julio del año pasado, comencé a asistir a algunos centros que ofrecían este tipo de actividad y tengo que decir que me encanta. Cada vez que asisto a una sesión, siento como realmente me dedico un espacio para mí. Salgo con la energía renovada y con la sensación de perder lastre. 
Para disminuir las tensiones musculares, practico algunos ESTIRAMIENTOS en casa que me ayudan a ir disminuyendo esa sensación de rigidez. No hace falta hacer una gran cantidad, lo que es importante es moverse con calma y cariño, sin forzar demasiado. Sentir como nuestro cuerpo cambia de estado a través del movimiento. Se podría comparar, como progresivamente, de sensación piedra pasamos a madera suave y después a corcho, hasta casi conseguir disminuir tanto la rigidez que casi no se aprecia. 
Sí lo de ir por libre no es lo tuyo, hoy en día, encontramos en el mercado un abanico enorme de posibilidades. Lo importante es mantenernos abiertos y dispuestos a encontrar ese espacio personal y saludable, entre la enorme oferta existente. El factor motivación es algo a lo que debemos darle mucha importancia, pues será lo que nos dé la constancia. Sí salir a caminar, se te hace pesado y aburrido, pídele a tus amigos y familiares que te acompañen. Crea recorridos accesibles cerca de tu casa. Más vale salir 15 minutos que nada. 
Decir también, que no hay mejor maestro que uno mismo, en el sentido, que SOLO TÚ SABES QUÉ ES LO QUE TE SIENTA BIEN Y TE MOTIVA. Estoy convencida, de que este proceso nos ofrece la oportunidad de conectar con uno mismo a un nivel que nunca habíamos imaginado. Aumentando nuestro nivel de PROPIOCEPCIÓN Y AUTOCONOCIMIENTO. Aunque para aprovechar bien este don, hay que ponerlo en práctica. Darse el espacio, escucharse y moverse conscientemente.
En la actualidad, aún siento cansancio, cierta rigidez y dolores corporales varios. Sobretodo en lo relacionado a las articulaciones. Si tuviera que describir que siento, diría que me duelen casi todos los huesos del cuerpo, destacando el dolor de espalda y la cadera derecha.  En ocasiones, cuando me levanto me siento como un robot. Cuando me veo, me da risa.  Ahora entiendo como se sienten los abuelitos con los que trabajaba, cuando les pedía un cambio brusco de postura y se quejaban doloridos por el paso del tiempo. Espero que en mi caso, el paso del tiempo sea un factor favorable y esa rigidez disminuya progresivamente. 
Llegados aquí me pregunto: ¿Cómo estaría sino me hubiera mantenido activa?
CAMINAR es parte de mi rutina diaria, me da vida y me hace sentir estupendamente. Mientras muevo mis piernas no me duele nada, noto como disminuye mi ansiedad, activa mi riego sanguíneo y se ensanchan mis pulmones. 
Sentirme en MOVIMIENTO es la ilusión de cada día. Me recuerda lo viva que estoy, eso sí, siempre con la consciencia necesaria para no desconectarme de mi propia esencia. 

Nunca dejes que el miedo te paralice y ¡MUÉVETE!

Conchi Gil

Autora de Cáncer experience

Comentarios

Publicaciones más vistas

ENTREVISTA Una historia de vida: Chus, una gallega con muchas ganas de vivir

ENTREVISTA: Una historia de vida. Susana Lozano, una luchadora sin tregua

ENTREVISTA Una historia de vida: Vanessa Fornieles, la alegría de la superación