Fin del tratamiento: LA BRAQUITERAPIA

3 DE FEBRERO DEL 2016 

El tratamiento previsto tras la operación ha llegado a su fin. Hoy ha sido un día especial, un día liberador. 

Dentro de los tratamientos tanto para la cura como para la prevención del cáncer todos conocemos la quimioterapia y la radioterapia. Hay que decir que las cosas han cambiado muchísimo. Aunque son tratamientos muy intensos, varían mucho según el tipo de tumor, donde esté situado el cáncer y las características de la persona en sí. Lo que nos encontramos con tratamientos bastante personalizados y con nivel de tolerancia mucho mayor que antaño. Por mi parte la tolerancia ha sido estupenda dentro de todas las cosas que me podían pasar. Aunque no he podido huir de un cansancio acusado y múltiples dolores musculares y óseos, además de pérdida de peso (por mucho que coma), de elasticidad y fuerza muscular. Asimismo, una se vuelve más lenta y te falta concentración. Nada que con un poco de tiempo y una recuperación calmada no se pueda recuperar.
Pero ¿qué es eso de la braquiterapia?. Eso mismo me pregunté yo cuando me lo dijeron en la primera visita con la doctora de radio. No conocía que existía dos tipos de radioterapia, una externa de la cual he tenido que realizar 22 sesiones organizadas de forma diaria de lunes a viernes y como traca final, una sesión de radioterapia interna, la desconocida braquiterapia.
Ahora os explicaré,en mi caso en que consiste. La cosa es que fruto de la histerectomía de útero y ovarios por la que me intervinieron en agosto, al final de mi vagina hay una cicatriz la cual dispone de unos vasos sanguíneos que podrían haber estado en contacto con el tumor del útero extirpado y eso nos lleva a que exista una probabilidad de un 25% a que se pudiera reproducir el mismo tumor en la vagina, para reducir al 2% la posibilidad me comentaron que era necesaria hacer este tipo de radioterapia interna siendo lo último dentro de los tratamientos de prevención que me programaron.  Pues hoy ha llegado ese temido día. Como con todos los tratamientos, he sentido el miedo a lo desconocido.
Con anterioridad ya me habían puesto en contexto explicándome que se trataba de introducir algo parecido a la Torre Agbar (palabras de mi doctora de radio) que se adapta totalmente al tamaño de tu vagina y desde allí, te irradian. Así suena sencillo, pero es un proceso largo y pesado.
Ayer martes tuve que hacer dieta cero fibra, lo que me ha costado pues en la actualidad, mi alimentación se base en un 60% en la toma de frutas y verduras y en el caso de tomar hidratos siempre integrales. Pero bueno, me salté mi fabulosa dieta e hice caso. A eso de las 20 horas debía ponerme un enema para facilitar la limpieza del intestino y posteriormente, una cena suave. Antes de ir a dormir tome un valium para descansar relajada. A las 6.45 en pie, una ducha reconfortante y en ayunas camino al bus para estar en clínico a las 8.30. Al llegar otro valium debajo de la lengua, los nervios muchas veces traicionan y eso de que te metan en un quirófano sin dormirte ni nada, daba mucho miedo.  Después de esperar unos minutos con mi pulserita fashion puesta me hacen pasar. Entro en una habitación donde me dan una bolsa enorme para que pueda meter toda mi ropa, zapatos, bolso y demás. Me visto con esas batas azul hospital, un color bonito, unos cubre pies y un gorrito verde en el cual podrían caber dos cabezas. Amablemente mientras espero sentada en una silla con mi modelito "Causal hospital" me traen una sábana para taparme y no pase frío.

En menos de cinco minutos me hacen pasar al quirófano. Allí hay tres enfermeras y las dos doctoras que me llevan en el tratamiento, la doctora titular, que cariñosamente la llamo "Betty Boop" (versión rubia, pues siempre va muy arreglada y se la ve presumida ) y su ayudante, una doctora tímida y misteriosa. Dentro de que me tenían que entubar todos los orificios de mis partes bajas, sonda vesical, anal e introducción del famoso aparato protagonista de la radiación, todo transcurre perfectamente y dentro de las molestias normales de tanto cable y aparato, el proceso pasa rápido y se hace soportable, hasta da margen a bromear. Me han tratado estupendamente y me han hecho sentir con plena confianza.

Tras la preparación en quirófano viene a buscarme una enfermera muy simpática que me llama por mi diminutivo, siendo extraño, pues como en los documentos pone Concepción nadie me llama Conchi. Entonces he caído, dentro del equipo de radio hay dos estupendas profesionales con las cuales he pasado mis 22 sesiones de radio externa y día a día, ha surgido el cariño, para ellas soy "La Conchi".
Los mejores tiburones
Bajamos al sótano y llegamos a la zona de realización del TAC, yo con mi aparatito introducido en mi vagina pero que por el momento, se lleva bien. Tan sólo llegar, allí estaban Olga y Claudia mis técnicas y compañeras de radio. Que alegría más grande el que hayan ido a verme, todo un detalle. En esos momentos esa acción de apoyo y cariño ha sido muy gratificante, ha sido emocionante y emotiva.
También se encontraba Alba, una enfermera que me ha brindado todo la información y ha calmado con paciencia mis dudas y miedos.
Después del TAC y dado el visto bueno de mi doctora de la posibilidad de irradiar, tienes que esperar unas horitas mientras que un equipo hace las mediciones pertinentes. A partir de las 11 de la mañana ha comenzado a molestarme las piernas debido a la inmovilidad en la que tenía que estar. Pasadas las 3 horas ya no sabía como estar aparte de quieta, me molestaba la vagina, las piernas, la cadera...
Un poco antes de las 13 horas me entraban en la sala del tratamiento. En mi caso eran 15 minutos con 25 segundos, exagerando un poco creo que los más largos de mi vida. Mientras me irradiaban, he recordado pautas de meditación, he visualizado del 100 al 0 en el intento de olvidarme de las molestias que sentía, no por la radiación, que no duele nada, sino, como he dicho, por el mantenimiento de una postura tanto tiempo y encima llena de tubos y un "super vibrador" ajustado plenamente a tu vagina.
El sacarme todas las cositas ha sido una liberación y un gusto, un gustazoooo.

Una vez de despedirme de todas las profesionales encantadoras nos hemos ido a comer por ahí. Estaba desmayada de hambre. Después de la cenita suave de la noche anterior y el ayuno, necesitaba llenar la panza. Hemos decidido ir a un restaurante de comida asiática que descubrimos un día paseando en un callejón de esos encantadores que se encuentran en la eixample. Me gusta ir por el estilo de comida que está muy bueno y me recuerda cuando estuvimos en Tailandia, además se está a gusto pues es un lugar tranquilo, pero sobre todo, por el trato excelente de la dueña, muy amable, muy persona. Importante también que a nivel económico es accesible.

Para terminar por la ruta de lugares con trabajadoras encantadoras, hemos ido a comprar a un super de comida biológico de la calle muntaner llamado Obbio. Desde este proceso mío de ir y venir al clínico hicimos el descubrimiento de este local y como consecuencia, de algunas de sus trabajadoras que le dan un valor añadido al servicio.

Hoy me he sentido muy afortunada y feliz. En primer lugar, por el fin de mis tratamientos pero también, por tener la suerte de haber conocido a personas, tan humanas y llenas de cariño. A veces las cosas más duras también traen sus oportunidades y poder disfrutar del amor y compañía de ciertas personas me llena de satisfacción y alegría. Además, me da esperanza de que un mundo mejor puede existir.



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