Cosas que ayudan: EL AMOR INCONDICIONAL DE LOS ANIMALES


Misiu 
6 DE FEBRERO DEL 2016 

Mis queridas mascotas son parte del amor antídoto de mi recuperación, de mi optimismo, de mi alegría. A ellas, dedico hoy este escrito como elemento clave dentro de mi felicidad.

Este macho de la foto, se llama Misiu y tiene su propia historia. Lo recogí de la calle hace aproximadamente 14 años, casi nada. Nos conocimos un día laboral cualquiera llegando el verano. Regresaba a casa a eso de las 19 horas de trabajar entonces en el centro deportivo DIR y me lo encontré tumbado en la alfombra de una escalera, con una pose de poco gato callejero. Me alucinaron sus grandes ojos y su carácter, entre afable y apasionado, pues en tal le decías cualquier cosa, se volvía loco de ilusión (desde siempre ha sido un poco bruto a la hora de jugar). Hubo feeling y subí a casa pensando que un gato con esa actitud duraría poco en la dura calle. Mi pareja de entonces, no quería ni oír hablar de animales y me llevó varios días de chantaje emocional el poder conseguir que se preocupara por el bichito abandonado y accediera a adoptarlo.
Un día subí a casa y me lo encontré allí, bastante más flaco que los primeros días y con manchas de grasa de esconderse debajo de los coches. Lo llevamos al veterinario a que le echara un vistazo y confirmar que estuviera sano y a que le tratara una diarrea como consecuencia de comer cualquier cosa en la calle. Era una pena, en tal que lo acariciabas se iba patas abajo, daba una lastimita...En pocos días estaba hecho un roble y se había adaptado sin problemas a convivir con nosotros.

Misiu ha sido y es, mi compañero dentro de la época más importante de mi vida, esa donde me he definido como persona, he tomado decisiones importantes y día a día me he ido transformando en lo que hoy soy. En los momentos de soledad, él ha estado a mi lado, dándome todo su cariño y ocupando un espacio en mi corazón y me hacía sentir llena y acompañada. Hoy en día, es un gato muy abuelito pues ya tiene más de 15 años pero sigue activo y ofreciendo su compañía con los problemillas que tienen los seres vivos ancianos. Es curioso, pero al vez que a mi me diagnosticaron el cáncer este verano, él comenzó a adelgazar, a perder musculatura consecuencia de la avanzada edad y ahora nos vemos los dos bastante delgaditos y pasando juntos cada cual, una etapa de la vida. Seguimos teniendo una complicidad que va más allá del entendimiento, ambos nos reconocemos desde el corazón. Me da mucha tristeza pensar que un día de estos será su final pues lo adoro, pero cada día lo lleno de mimos y pienso que es un gato feliz en un entorno cálido y amoroso.

Yagui
Yagui es una hembra y vino como herencia de mi pareja Miquel y también tiene su historia.
Cuando comencé a salir con Miquel, al hablarle de Misiu él me comentaba que le gustaría tener una gatita y como soy un poco entrometida, sin decirle nada, puse un anuncio en un portal de internet. Pasaron días, semanas y por la ausencia de respuestas, me olvidé.  Un día recibo una llamada de un chico que disponía de una gatita en el barrio de "Les Corts". Se lo comento a Miquel y un poco a regaña dientes vamos a ver a la bichita. Entramos en la casa donde había que ir a buscarla, era una planta baja de esas antiguas muy chulas en una calle peatonal que hoy en día en ese barrio, valen una pasta. Allí vivía un chico rodeado de gatos, alucinamos al entrar, por lo menos habían 12. Al cabo de un rato de buscar nos dijo- Allí está!- y de repente aparece una cosa pequeña con cara de traviesa y algo nerviosa. Al verla nos quedamos prendados, era una monada y no pudimos decir que no. En principio Yagui vivió con Miquel a solas pero en poco tiempo, creamos la familia de cuatro que hoy somos.


Entre Misiu y la Yagui no ha nacido el amor, no son muy buenos amigos aunque se van tolerando como mejor pueden, de vez en cuando vuelan los pelos de uno u otro por las peleas y marcaje de territorio. Se hacen competencia directa, se imitan y aprenden cosas el uno del otro. Dentro de lo que cabe existe armonía y tanto Miquel como yo, intentamos ser equitativos en el trato, premios y cariños.

Misiu el gato anciano, flaquito y algo senil y Yagui, una gatita obesa por herencia genética, algo vaga pero increíblemente cariñosa son las dos alegrías de casa. Con su amor incondicional a través de sus ronroneos, sus gestos y miradas cómplices, alegran mi día a día y en los momentos de bajón, se vienen conmigo al sofá y me brindan el calor de la compañía y la comprensión silenciosa que necesito.



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