Confirmado el Síndrome de Lynch

18 de enero del 2016

Noqueo e incertidumbre

Te diagnostican y te quedas noqueada ante una realidad que no esperas, que sientes que no es justa, que da mucho miedo dada la incertidumbre. Nadie te puede afirmar que todo está bajo control. Pierdes esa espontaneidad, esa seguridad unida a la tranquilidad de que en que tu cuerpo todo va bien. ¿Qué le ha pasado a tu cuerpecito? Lloras y mucho, y lloran contigo.

Comienza la búsqueda de herramientas
Sale la parte más luchadora. Analizas tu vida en la búsqueda de un por qué. Lees, consultas por internet, hablas con personas que te puedan aportar alguna información que te sirva de consuelo, de colchón ante la situación de no control que sientes. Colaboras con alguna asociación, vas a especialistas en el tema del cáncer, terapeutas que te ayuden a recuperar tu tranquilidad mediante técnicas alternativas que resuenen contigo. Te cuidas y mucho, de golpe tu eres lo primero y más importante. Aún no entiendes que pasa pero si que es por algo y para algo.


La calma de la intervención

Tras la operación sientes como si te hubiera pasado un camión encima. Tu cuerpo está resentido, agotado. Lo positivo es que ya tienes un diagnóstico completo y han actuado en consecuencia. El hospital duro, deseando llegar a casa. Una vez en la misma, le das un valor extraordinario a tu hogar. ¡Que bien se está en casita, que buena la comidita!. Poco a poco a retomar las energías. Un día caminas 10 minutos, al siguiente 15 y en una semanita estás andando 40 o más. Alucinas como se recompone tu cuerpo al atropello quirúrgico. Despacito, poco a poco, sin pausa.

Fase a lo desconocido
Comienzan las visitas a los diferentes médicos. El cirujano, seco como siempre pero algo más optimista te manda a la quimio y a la radio como método preventivo de células alocadas que puedan empeorar tu estado.
Llegas a la quimio con un miedo a una química con muy mala fama y llenas de contraindicaciones y efectos nocivos a largo plazo. Quitando el miedo y estrés que sentí, la primera sesión fue bastante bien. Sabor a medicamento, pinchazos en los músculos, mareos y agotamiento...bien, bastante bien para lo que me habían anunciado. Segunda sesión casi mejor que la primera, no se acentuaron los síntomas, casi no nos enteramos de nada. La tercera sesión se quejó ante la relajación en la que me había sometido con mi dieta cruda de vegetales, brocoli y demás. Unos cólicos intestinales que me hicieron sufrir unos cuantos días. Tras la breve calma, llegó la sesión cuarta, la cual, se puedo sobrellevar bastante bien, sintomatología similar a la anterior pero con más cuidado en las ingestas de fibra facilitando el trabajo al sistema digestivo. Hay que decir que el "hospital del día" (lugar donde suministran la quimio) es agradable y las enfermeras muy amables. Todo ayuda.

Sólo terminar con el tratamiento de quimio, me introdujeron directamente con la radio. Lo desconocido asusta y sólo podía pensar en que me iban "achicharando" poco a poco y me dio pánico. Fui al TAC inicial tan tensa que después de estar haciendo terapia varios días me lo tuvieron que repetir pues no cuadraba la imagen de mi pelvis del TAC con las radiografías diarias antes de iniciar la radio.  Repetimos y todo marcha estupendamente. El centro de radioterapia se encuentra en el sótano. El lugar es bastante deprimente. Entras a una sala con luz artificial donde hay dos cajas fuertes enormes que te recuerdan las películas de ladrones. El primer día, tras quitarte los zapatos te introducen en una de ellas  y te encuentras ante una camilla que acompaña a una máquina grande. Te tumbas imitando lo máximo posible la postura que pusiste durante el famoso TAC. Las enfermeras salen y tras ellas se cierra la enorme puerta de seguridad, te dejan sola. Tú muy quietecita. La máquina comienza a moverse y en tal que encuentra el lugar exacto donde irradiar, se enciende una luz roja acompañada de un pitido. Me irradian en el suelo pélvico desde 5 ángulos diferentes. La sesión no es casi nada, parece que te hagan una radiografía. Ya llevo 15 sesiones (me quedan 7) y por el momento tan sólo he tenido diarrea un día, algunas molestias al hacer pipi y me siento algo cansada. Ya queda poco.

La realidad llega

Esta mañana hemos ido a recoger los resultados del estudio genético y como ya imaginábamos, nos han confirmado una alteración genética dentro del síndrome de Lynch. Lo que significa tener más posibilidades que otras personas a la hora de poder tener cáncer, sobretodo de colon y útero.
En los últimos días me he sentido mucho más nerviosa, con cierta ansiedad. Últimamente tengo muy presente todo lo que me ha pasado y dentro de que he elegido vivirlo como un crecimiento vital, es muy duro. Se hace largo y ante todo, te sumerge en una incertidumbre, una intranquilidad que parece que no se vaya a acabar. Te van saliendo sombras de miedos que tienes que ir cubriendo con cada paso positivo que vas dando. Recordándote todo el camino que llevas hecho y lo bien que está yendo todo.
Sí hay algo que se que quiero conseguir en esta vida, es estar tranquila. Vivir en paz. Sin miedos, sin nervios. Hay momentos que me siento llena, capaz, hay otros que me nubla la inseguridad y me entra la apatía.
Tengo ganas de terminar esta primera tanda de pruebas y me confirmen que todo va bien. Para mis adentros me repito una y otra vez "Conchi, tranquila, todo va bien"
Mañana tengo visita con la doctora de la radio y me programará la última sesión, la braquioterapia. Estoy confeccionando una lista de dudas que van surgiendo según avanzas en el proceso y que tampoco te ayudan a sentirte mejor. Así que aprovecharé para hacerle unas cuantas preguntas y de esta manera, ir descargando la mochila.
Cosas buenas de esta fase...ver como tu cuerpo es un campeón. Comienza a crecer el pelito de nuevo con una fuerza arrebatadora. Sigue al pie del cañón ante los duros tratamientos. Tan sólo se queja un poquito con alguna molestia muscular. Ahí está,  fuerte y vital. Ahora le dedico más tiempo a cuidarlo, me miro en el espejo y me gusta lo que veo. Ahora lo único, convencer a los miedos de que no hay motivo para ellos, y cambiarlos por un sentimiento de calma y de paz.

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