Sensaciones tras la histerectomía total


1 de septiembre del 2015

La importancia de lo cotidiano

El cuerpo humano es una máquina perfecta que en caso de óptima salud, desempeña las funciones más complejas apenas sin esfuerzo.
Ante una situación donde sus acciones naturales son limitadas, nos damos cuenta de lo preciso y lo importante que son los hechos más sencillos para disfrutar de una vida tranquila y feliz.
Debido al enorme meneo de la operación, cada mañana mi cuerpo hace un esfuerzo enorme por normalizar algo tan importante como es poder defecar. La sensación que tengo es que mis intestinos están dormidos, que han perdido su fuerza para expulsar. Da la impresión de que no existe esa continuidad normal y habitual dentro de las sensaciones de aviso. Mis tripas se mueven bastante pero muchas veces les pierdo la pista. Puedo estar toda la mañana con ganas de ir y no saber cuando será posible. El mejor ejercicio del día, son las veces que me levanto del sofá para asentarme en el inodoro y viceversa. Bromeo con las visitas al decirles que el día que consiga tirarme un pedo sonoro de esos largos,  haré una fiesta. Y es la pura verdad. En estos momento mis gases me recuerdan cuando abrimos las antiguas botellas de gaseosa y al levantar el tapón, sale ese aire ahogado; casi no soy consciente cuando pasa y pierde todo el efecto liberador. Tanto tabú que hay y lo maravilloso que es tirarse un buen pedo.
Hoy hace 22 días que me operaron y cada pasito ha sido un descubrimiento. En estos momentos estoy en la fase donde mi herida externa está cerrada pero aún tiene costras y se hace muy extraño tocarla. Es una zona de alta sensibilidad predispuesta al rechazo táctil. Por el momento, es mirar y no tocar. Por ese motivo, aún no he comenzado a echarme aceite de mosqueta,  me da respeto las costras aún existentes.  En tal me de la impresión de que está curada del todo, comenzaré con la operación flexibilidad. Por otro lado, estos días siento mucho más la cicatriz interna. Percibo una tirantez grande en mi bajo vientre y un leve dolor sobretodo en el lado derecho, siendo la zona que estaba más afectada. Todo se va curando.
Hace unos días leía un foro de mujeres que, como a mí, les han intervenido del útero y los ovarios. Muchas de ellas comentaban la sensación de vacío que sentían en su vientre. Por el momento, no percibo que me falte nada a nivel sensitivo, simplemente rarezas viscerales por el nuevo movimiento.  Pero esta mañana, al despertarme y poner mis manos en el bajo vientre he notado como si en el lugar donde se encontraban mis ovarios y útero, hubiera una pequeña hendidura, un hueco en el vientre que nunca había sentido. Lo cierto es que no puedo explicar bien mi reacción, ha sido algo tan imperceptible que me ha dejado un poco desorientada ante esa idea de ausencia. Reflexiono y pienso que en estos momentos no sirve sentir apego por algo que ya no existe, que ya no necesitaré. Lo importante es ir mejorando, tal y como hasta el momento, siempre para arriba, tanto a nivel físico, emocional como psicológico.
Todo este proceso me crea algo de cansancio. Y es totalmente lógico y normal. Imagino cada célula de mi cuerpo trabajando día y noche sin cesar en la búsqueda de recuperar esos tejidos dañados. Intentando sustituir y equilibrar reacciones químicas constantes. Lo cierto es que, el funcionamiento de nuestro organismo es casi mágico. Igual que es capaz de enfermar, si lo cuidas y escuchas, dispone de un poder de recuperación bestial, asombroso. Desde que salí del hospital mi evolución está siendo muy positiva. Ya tengo apetito, siento más ganas de moverme, la energía va al alza, puedo cambiar de postura al dormir, tengo mayor concentración y estoy más optimista (hasta empiezo a ser un poco impertinente en las tareas de la casa, pobre Miquel).
Todas estas cosas son buenísimas, dice que mi recuperación es excelente y que poco a poco vamos restaurando las ganas de sonreír a la vida.

Comentarios

Publicaciones más vistas

ENTREVISTA Una historia de vida: Chus, una gallega con muchas ganas de vivir

ENTREVISTA: Una historia de vida. Susana Lozano, una luchadora sin tregua

ENTREVISTA Una historia de vida: Vanessa Fornieles, la alegría de la superación