Paseos observadores
28 de agosto del 2015
Dicotomía generacional
Ultimamente me fijo más en todo. Ir por la calle es recopilar fotos curiosas de acciones callejeras comunes y sensaciones climáticas de calor, del aire en mi cara, de la humedad de la ciudad y el olor de la gente sumergida en ella.
La primera imagen que me encontré el pasado miércoles al salir a pasear fue un anciano con esas sillas-motos que les ayuda a movilizarse. Me hizo muchísima gracias el garbo con el que conducía su pequeño pero importante vehículo. Parecía que le daba un poder absoluto el maniobrar con esa peripecia el cacharro con ruedas. Al cruzarse con nosotros nos miró atrevido e hizo un pequeño acelerón en curva y todo. Esa visión me hizo recordar a los adolescentes con sus primeras motos. Esos ciclomotores reciclados y ruidosos con los que se van a levantar rueda y hacer carreras por la carreterra de la Rabassada.
La actitud del abuelo con su suma de décadas no era muy diferente, la masculinidad no muere con los años; la tontería tampoco, está claro.
Llegábamos a casa cuando cerca de la portería me encontré con una imagen que bien merecía una foto de esas que muestran tan bien una realidad, un momento preciso. De forma paralela se encontraban un cochecito con una niña de menos de un año y a su lado, una silla con una anciana de más de 80 años. Estaban puestas totalmente alineadas una al lado de la otra, con la misma postura, con la misma actitud. La niña por el relax del sueño y la anciana por exceso de edad. Era muy curioso el observar a esas dos personas juntas. Tan diferentes, tan parecidas. Era como ver el inicio y el final natural de una vida. La piel tersa y suave de un bebe y el manto lleno de líneas de vida de la anciana. La inocencia del inicio y la experiencia dormida.
Comentarios
Publicar un comentario
¡Muchas gracias por tus comentarios!